miércoles, 22 de enero de 2014

Armonía

No pasaba el tiempo por ella.   
Cara redonda, ojos de cielo, 
paz infinita en pausados gestos,   
voz tenue y dulce, pelo castaño
que giraba en su cuello y caía  
en cascada de ondas claras, 
piel de papel desbordante de alma. 
Era blanca luz, ideal celta,   
griega armonía, flor de cerezo,
 naturaleza. 
Vi el mar de la calma tras sus pestañas,   
abanicos de aire formando olas,
corrientes, sueños que respiraba  
cada mortal que  buscaba el alba. 
Nuestra humanidad huía   
de su silenciosa presencia, 
perdimos de golpe la velocidad, 
 todo se detuvo ante su mirada,
llegó la esperanza a Nunca Jamás.  

martes, 14 de enero de 2014

Garcilaso

Dime quién te mató, Garcilaso. 
¿Quién te silenció por siempre, voz del amor desdichado?
¿Quién se cobró tu vida, pobre soldado?

Dime quién te mató, Garcilaso. 
¿Quién te sacó de la Tierra, te arrancó del sufrimiento, 
te hizo no ser olvidado?

Dime quien te mató, Garcilaso.
¿Quién te tumbó en la arena cual ser humano?
Tal vez ni se diera cuenta, y tal vez ni tú supieras 
qué es lo que estaba pasando.

Dime quién te mató, Garcilaso,
dónde el auténtico amor, cayó esperando.
¿Dónde están tus huesos, pobre soldado?
La voz del amor en la Tierra hemos enterrado.

Dime por quién morir, Garcilaso,
Por quién al perder las fuerzas, no dar la vuelta;
y sin ser correspondido, escribir mil letras. 
La voz del amor en la Tierra murió luchando. 
Dime quién te mató, Garcilaso. 

martes, 7 de enero de 2014

Lo lograrás.

Todo el mundo estaba arruinado, y nosotros sentados sobre las cenizas que terminaban de consumirse.
- Vamos a tener que reconstruirlo todo.- Dijo.
Sonreí y miré al horizonte, agotado, mientras la tarde terminaba de estrellarse contra aquel inmenso cementerio que era ahora nuestro mundo.
- Lo intentaré.
Mi voz sonó como una carcajada. Reconozco que no creía en nada, y me parecía una grandiosísima gilipollez volver a construir un solo edificio, teniendo en cuenta que podría caer con la misma sencillez que todos aquellos que constituían nuestra visión.
- Lo lograrás. - Me dijo, mirándome fijamente.
Sabía que me miraba fijamente, pero yo no dejaba de ver aquel desolador paisaje ante mí. No me atreví a girarme hacia ella. No podía, con los ojos llenos de lágrimas. Ella tenía esperanza. Tenía fuerza. Yo no tenía nada.