Fuegos
artificiales
estallan
en motas de polvo
en
su mirada.
Su
mente la habitan
las
musarañas.
La
boca entreabierta
intentando
tragarse el cielo
en
un silencio.
Por
su cerebro gravitan
tristes
recuerdos.
A
miles de años luz
parece
estar su cabeza
como
una estrella.
Hay
voces, fotografías
en
sus retinas.
A
cada segundo
la
respiración mengua
como
un cigarro.
Del
corazón quedan
solo
los posos.
El
pálido cuerpo
naufraga
en arena blanca
y
muda la piel.