viernes, 27 de septiembre de 2013

Óleo

Dar la vida por los ojos      del azul aguamarina
donde se pierden las noches     confundidas con los días.
Matar por la piel de nácar      que en cristal es convertida,
y huir de su cama a gatas     con carmín de granza encima.
Morir en la oscuridad      que le da el verde vejiga 
a la sombra natural     que el cabello difumina.
Luchar con la realidad      que el ocre amarillo pinta
manchando con aguarrás;     y con respirarlo, olvida. 


lunes, 2 de septiembre de 2013

Después de la muerte.

Los gritos de los cuervos en la noche les avisan,
son como tambores de guerra llamando a los guerreros.
Me pregunto si mi sangre congelada será rocío por la mañana.
Puedo ver como los buitres se acercarán en círculos a mi esqueleto,
todos vienen a por mi pecho, no a por mi corazón, a por mi pecho.
Vuelvo a sentir al depredador desgarrando mi vida y arrastrando mi cuerpo,
se cansó de comer y se marchó para no volver, no escondió mis restos.
Todo ha terminado pero mi alma encerrada tiembla aún de miedo.
¿Quién me hará el favor de sacarme los ojos para no ver el final de esto?
¿Nadie me enterrará para quizás aprovechar mis huesos?
Recuerdo como me deslizaba libre sobre la tierra, haciéndole el amor al viento.
Recuerdo como vibraba de emoción ante cualquier alteración de mi posición,
siempre me mantenía en tensión, siempre al acecho. No lo estuve en aquel momento.
Recuerdo el sabor de la sangre en mi boca, ¿les sabré igual de bien a ellos?
Quiero defenderme, morder, quiero echar a correr, pero es tarde para eso.
Los colmillos de la muerte me paralizaron, huele a mis gritos de dolor todo el suelo.
La vida continua impasible a mi alrededor mientras el espíritu me sale por la boca,
con la primera luz del alba les oigo a lo lejos, ya llegan a mi cuerpo los carroñeros.