No pasaba el tiempo por ella.
Cara redonda, ojos de cielo,
paz infinita en pausados gestos,
voz tenue y dulce, pelo castaño
que giraba en su cuello y caía
en cascada de ondas claras,
piel de papel desbordante de alma.
Era blanca luz, ideal celta,
griega armonía, flor de cerezo,
naturaleza.
Vi el mar de la calma tras sus pestañas,
abanicos de aire formando olas,
corrientes, sueños que respiraba
cada mortal que buscaba el alba.
Nuestra humanidad huía
de su silenciosa presencia,
perdimos de golpe la velocidad,
todo se detuvo ante su mirada,
llegó la esperanza a Nunca Jamás.
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