Todo el mundo estaba arruinado, y nosotros sentados sobre las cenizas que terminaban de consumirse.
- Vamos a tener que reconstruirlo todo.- Dijo.
Sonreí y miré al horizonte, agotado, mientras la tarde terminaba de estrellarse contra aquel inmenso cementerio que era ahora nuestro mundo.
- Lo intentaré.
Mi voz sonó como una carcajada. Reconozco que no creía en nada, y me parecía una grandiosísima gilipollez volver a construir un solo edificio, teniendo en cuenta que podría caer con la misma sencillez que todos aquellos que constituían nuestra visión.
- Lo lograrás. - Me dijo, mirándome fijamente.
Sabía que me miraba fijamente, pero yo no dejaba de ver aquel desolador paisaje ante mí. No me atreví a girarme hacia ella. No podía, con los ojos llenos de lágrimas. Ella tenía esperanza. Tenía fuerza. Yo no tenía nada.
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