A la paloma que se posa todas las mañanas en mi ventana,
y me devuelve al mundo real con sus arrullos:
La mayor dignidad, me la has enseñado tú. Aún cientos de kilómetros, siempre te has mantenido cerca. Muchas veces ni he sido consciente de lo que te importo, y quiero que seas consciente de cómo te ven mis ojos.
Has luchado por mi, has estado a mi lado cuando todos me abandonaban. Tuviera o no razón, tú siempre te quedaste a mi lado. Siempre te quedas a mi lado.
Poco he podido reconocerte ese trabajo. Hacerme sentir bien cuando he estado hundida, hacerme olvidar y sacarme una sonrisa, permanecer conmigo en silencio cuando no hacen falta las palabras. Ayudarme a disolver mis fantasmas, preocuparte por mi, cuidarme. Sin molestar, sin juzgarme, has estado sentada a mi lado durante todos estos años. Me has defendido contra todos, tú sola.
Has pensado en mi. Me has querido como soy, con todos mis defectos y todas tus virtudes. Me has valorado tú, más que nadie. Muy por encima de lo que valgo. Y no te ha hecho falta decírmelo, ni hacer promesas. Nunca has dicho una palabra de más, y aún así nunca te has callado.
No he encontrado nadie más fiel y honorable que tú. Eres LA AMIGA. Sin complementos, sin calificativos. Eres lo que todo el mundo pide y necesita, y yo tengo la suerte de tenerte, de haber crecido contigo, de conocerte en todas tus facetas, sin que haya una sola que pueda considerar mala.
Tengo la suerte de saber que voy a tenerte siempre, porque tú eres así.
La compañera perfecta, que se merece lo mejor que pueda ocurrir, y que yo pueda conseguirle. Nunca me has pedido, nunca has esperado nada. Por eso jamás me perdonaría que no fueras feliz.
Lucharé porque seas feliz sobre todas las cosas, y no me perdonaría que alguien te hiciera daño.
Eres lo más valioso que alguien puede conseguir. Tu voluntad, tu constancia, tu bondad, tu orgullo, tu forma de pensar, de ser, tus valores, tus principios, tu sonrisa, impiden que desaparezcan mis alas.
Jamás olvidaré lo que has hecho por mi. Me mantienes viva.