Puta y reputa inmadura
que no se cansa en doler,
¡cómo le gusta hacer daño!
¡cómo le gusta joder!
No puedes ni abrir la boca
y ya está ahí otra vez,
más aprietas tú los dientes,
menos te deja comer.
Parece inocente y pura
pero es dura de roer,
por blanca y fuerte que seas
mala caries que te de.
Amargura es lo que siento,
mucha rabia y frustración,
y no hay a quien se lo cuente
que no me de la razón.
Y es que eres mala, hija puta,
madre de la Enfermedad:
tengo el alma hecha pedazos,
no me dejas descansar.
Ojalá cuando madures
sea tu vida feliz,
espero que no te encuentres
nadie parecido a ti.
El no poder enfadarme
es sin duda lo peor,
porque tu daño es mi daño,
aunque solo sienta yo.
Tu existencia es la agonía
que no concebí al nacer,
pues si lo hubiese supuesto
no habría de padecer.
Si ya lo dijo Quevedo,
qué gallina es la mujer
y puto el dolor de muelas
cuando empiezas a crecer.
El día del juicio llega
al sentirte aparecer,
de ahí tu nombre, vil martirio,
así explico tu poder.
Mi boca es una condena
porque ya no sé hablar bien,
desde que estás en mi vida
solo me sale ¡joder!
Con todo mi cariño
y mis mejores deseos,
a mi cordal 32.