En el silencio de la selva suenan los ultrasonidos.
Enigmáticos ojos escuchan e interpretan contenidos.
Bosteza la bipedina lengua entre sus cuatro colmillos,
alimentados de sangre y de órganos descosidos.
Se desenrosca, perezosa, y canta mientras se arrastra afuera de su escondrijo.
Desde algún lugar, muy cerca, vuelven a pedir auxilio.
Agita el morro nerviosa, contonea la cabeza, le pega un golpe a su cola y sale de la maleza.
Todavía el sol la observa, no gusta de saludarle, y se mueve sigilosa fijándose en los detalles.
Ya sombría y solitaria, corre sin importar nada.
La nada que tiene un precio desde que fue rescatada.
Que no le importa estar sola y pudrirse en la montaña pero si la necesitan la encontraran preparada.
No duda, actúa, y es fiel eternamente, bailando para la flauta y siendo condescendiente.
En el silencio de la selva suenan los ultrasonidos.
"Hasta que cambie de piel" piensa al ir a dar ayuda "y los mate en un descuido".
La naturaleza, amigo, no podemos esquivarla, nos movemos por instinto.
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